Edmund Tarbell

Si deseas comprender la vida, deja de creer lo que la gente dice y escribe y, por el contrario, observa y piensa. (Anton Chéjov)
La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas. (Alexandre Dumas)
Es curioso que la vida, cuanto más vacía es, más pesa. (León Daudi)


lunes, 16 de julio de 2007

BÚSQUEDA Y ENCUENTRO














Dejadme estar en esta isla que es mi mundo interno,
desde la cual percibo el rumor de mi volcán profundo,
cuya lava silenciosa me arrastra en aventura
de búsqueda y encuentro.
De amor enredado en las raíces del ancestro,
de sueños incomprendidos, de agonía y lamentos.

Y aquí, sola en mi orilla,
aislada y enlazada a mi ardiente laberinto,
no le temo a la penumbra que contemplo
ni a las nubes que despliegan sobre mí
el paso del silencio
ni al estandarte que intenta alinearme
con la bandada de pájaros siniestros,
uniformados de oro pero de lata sus cuerpos.
¡No quiero cruzar a esa orilla!

¡No! ¡Dejadme aquí!
Que ya oigo cantar a la vida.
Que ya intuyo en mí un nuevo nacimiento.


 Maite García Romero

23/05/1997

EL VÉRTIGO DEL SILENCIO


















!Basta! ¡No puedo más! Me ahogo.
Quiero salir de este infierno de cólera y celos
que me arrastra por pasadizos de inmundicias
y mutila mi alma atormentada.
Quiero hallar un claustro consolante.
Quiero llegar a la patria de los muertos.

Has sesgado mi vida con la guadaña de la falacia,
me has hundido en la miseria de los sentimientos más degradantes,
mis últimos anhelos se desvanecen en esta realidad
hermana de la muerte.
¿Sabes quien comparte mi cama y se revuelca con tal ardor que me provoca el llanto?
El despecho.
Sí, querido, ese es ahora mi amante.

Ese es el que me acoge en sus brazos ebrios
y besa mi garganta con fuego delirante.
El que con aliento apestado me obsequia con ridículas quimeras
que me sirven de bálsamos,
el que muestra sin ningún pudor mi desamparo;
mi alma descarnada, mi cuerpo que envejece.

El que después de un acto apasionado restablece mis fuerzas
con el falso alimento de un recuerdo endulzado.
Has abusado de mi debilidad, de mi inocencia.
Tu lava envenenada desgarra el gran vacío de mi mundo
y quema mis entrañas con la furia del veneno.
¿A causa de qué merezco esta condena?
¿Este abandono? ¿Esta deslealtad?

Creí haber hallado el germen que causaba mi razón de vivir
y me encuentro traspapelada en el cajón de la impiedad.
¿Por qué?
Y sigo sintiéndome esclava.
Y sigo sintiéndome prisionera de mi maldito tiempo.
Las olas de mi amargura se rompen en gritos desgarradores de súplicas.
Mi vida está gastada.
La traición ha roto mi última atadura con la tierra.

¡Qué espantosa realidad!

Y sé que debería levantarme y poner rumbo a otros puertos
de amaneceres mansos en el que mis ojos cansados vuelvan a brillar.
Y que debería doblegar mi alma atormentada
y correr en demanda de placer.
Pero, ¿cómo puedo pretender amar si estoy en el infierno?...

          Maite García Romero

.

CUANDO TÚ SEAS MAYOR

Óleo de Frederick Childe Assam
















¡Maitita, por favor! ¿Otra vez llorando?
Pero hija si al colegio todos lo niños han de ir.
¿Para qué mamá?
Para aprender muchas cosas
en la vida hay que saber.
¿Saber...? ¿Y por qué?
¡Ay mi niña! Ven, vamos a ver:
Cuándo tú seas mayor
¿qué te gustaría ser?
¡Enfermera!
Para eso has de estudiar, mi vida,
primero has de ir al colegio y luego a la universidad.
¿Cuándo, mamá? ¿Cuándo iré a la universidad?
Mas adelante, cariño, cuando seas más mayor.
¿Voy a ser muy importante?
Claro, hija.
¿Y tendré un coche también?
Uno grande, muy bonito, para ir al hospital.
Y cuando tú estés malita me llamas ¿vale, mamá?
Por supuesto, vida mía.
Y te daré una pastilla, yo nunca te voy a pinchar.
¡Huy qué bien!
¡Con mi niña de mi alma que cuidada voy a estar!
Y te arroparé en la cama, y...
¡Y vamos a dejar ya de hablar!
Anda, coge la cartera.
Ufff... cada día pesa más.
Pero antes de salir una sonrisa a mamá... Así.
Y ahora un besote apretado.
Adiós hija.
Adiós mamá.

  Maite García Romero

domingo, 15 de julio de 2007

REÍR A LA VIDA

Joaquín Sorolla

















Quiero reír a la vida,
quiero reír y riendo
no daré paso ni entrada
a los tristes pensamientos.

Quiero reír con los niños,
quiero contagiar a los serios,
quiero que mi risa sea
para muchos un consuelo.

Quiero reírme de mí

y de angustias estaré exenta,
no quiero ser la mejor
sólo quiero estar contenta.

Quiero reír a las flores,
quiero reír como el viento,
quiero encontrar en la vida
sólo su lado más bello.

Y si mi risa se apaga
y oscuro todo lo veo
elevaré la mirada
y podré seguir riendo.


Maite García Romero

(28-II-1987)

..

VIVIR, SOLAMENTE VIVIR

Óleo de Yonathan Sadowski

















Nací en la incertidumbre de un tiempo empobrecido que despierta
entre un cielo confuso y una tierra famélica.
En muy temprana hora con sigilo de sombra que se arrastra
fui agredida por el mal que espoleó mi cuerpo
y secuestró la risa de mi infancia.

Qué cosecha de miedos, de llantos, de agonías.
¡Dios que terrible aisl
amiento!
¡Que soledad infinita!

Mi anhelo era cruzar las nubes oscuras del dolor
y escuchar el encanto de un sonido que me invitara a jugar.
Deseaba corretear, brincar, retozar bañada por el sol.
¡Deseaba con todas mis fuerzas vivir!

Cien reptiles adormecidos despiertan en mi mente adolescente
enarbolando guirnaldas de fobias, remolinos de ansiedad.
El volcán del pánico me apresa;
los escrúpulos me ahogan;
la obsesión mordiente me atormenta.

No hay pausa

Me aplasta la impotencia,

no puedo levantarme,
mi vida se retuerce en la desesperanza.

Necesité de años para hacer tan gran camino.
Escalé y descendí por estados de ánimos,
retiré piedras frías por el miedo,
arranqué malezas, raíces, espinos.
sorteé mil obstáculos del pensamiento.

Y seguí andando.

Seguí esgrimiendo mi espada,
seguí tremolando mi empeño
en los más difíciles nudos de combates.

Y así me deslicé en silencio por un camino franco,
serena, curtida, sin temer ser herida.
La tristeza se rindió por fin al optimismo,
la obsesión se diluyó al alba,

los disturbios fueron barridos por el aire manso.

Y empecé a envolverme en sedas de alegría,
a maquillarme con el conocimiento de ser madre.
Admiré los cielos deslumbrantes sin nubes de tristeza
y en la quietud del otoño un día escuché mi risa
y otro día escuché mi voz,
que desde el principio había sido llanto.

        

 Maite García Romero
.

viernes, 13 de julio de 2007

NATALIA

Óleo de Berthe Morisot

















Oh, mi niña...
Mi dulce Natalia...
Luz de blanca luna sube a tu mirada

y en ella refleja toda la belleza
que tiene tu alma.

¡Qué bonita eres!

Siempre tan alegre, tan linda.
Eres el premio a mi vida, hija.
Mi remanso de paz.
La suave brisa que alivia mi alma.


¡Qué bonita eres!

Ojos verde mar, manitas de nácar,
rodéame con tus brazos
si ves que mis ojos algún día lloran.


¡Qué bonita eres!

Y ahora, duerme, corazón de mamá.
Duerme ya, mi niña.
Oh... No me niegues nunca esa sonrisa...
¡Mi pequeña vida!
¡Hija de mi alma!



  Maite García Romero

jueves, 12 de julio de 2007

EL ENCUENTRO CONMIGO

George Schulz










Sólo la música de las olas me acompaña
y quedo absorta ante el mar de espuma de plata;
fascinada ante la inmensidad de su energía,
ante la incesante fuerza de caricias repetidas
que desgastan las rocas.


Y en esta soledad y en este silencio;
puedo encontrarme a mí misma,
puedo distinguir lo irreal y lo efímero,
como una mera ilusión
para percibir la auténtica realidad que es causa de nuestra existencia.


Y apartada de ese mundo de inseguridad,
de dudas y de lucha que rodea nuestra vida,
puedo hallar respuesta a mi existencia,
puedo intuir algo maravilloso que me envuelve
y que me permite disfrutar por unos instantes.

Nadie a quien ver, sino a mí misma;
nadie a quién encontrar, sino a mí misma.
Y sin embargo, me siento una con todo.
Siento la unidad del mundo
formando una sola conciencia.

Y me sorprende la maravilla, el milagro
que hace realidad nuestra existencia
por encima de lo temporal,
porque percibo que nos sostiene la misma Esencia
dándonos forma individual.

Entonces, como una sacudida,
salgo y despierto de mi egocentrismo, de mi yo,
para entregarme con amor y comprensión
al mundo hermano,
al mundo que ignora estar dormido.

  Maite García Romero
.

martes, 10 de julio de 2007

RENACER

Óleo de Robert Reid
















¡Ah!... Por fin termina el relato de mi infierno
y renace mi alma roída por el llanto.
Por fin las olas del placer acallan los reproches
y me hacen dormitar en la nube del olvido.

El sol crepuscular de mi pasado ha muerto.
Ya puedo caminar entre los sauces dorados del deseo
mientras mi risa festiva religa con el viento.
¡Ah! Por fin dejo atrás un frío y largo invierno.

Me sacudo el polvo de la sumisión. ¡Soy libre!
Se acabaron mis ansiedades.

Mi soledad está siendo ahora compartida.
¡Chsss! ¡No me llames! ¡No digas nada! 

Estoy bien.

Ya no maldigo a la vida.
Ni siquiera siento ya el dolor de una traición.
He pasado la última página de un libro deplorable.
¡Déjame! 


                                 

Maite García Romero.

.

domingo, 8 de julio de 2007

Hazme dormir para siempre

             Mark Clark
 
La calle plomiza, recta, fría como un cementerio.
Los árboles encorvados, desnudos.
A lo lejos, el aullido de un perro.
Más próximo, la tos cavernosa de un viejo.
“Ya sabes, ¿no? Cincuenta un completo”.

De un portal irrumpe el llanto escocido de un niño.
En el cielo, las nubes bogando sobre el desconsuelo.
Se tumbó en la cama, y lenta, sin prisa,
deslizó hacia abajo su mínima prenda muy fina.
Sarabi temblaba, yacía muy quieta.
Sus manos aferradas a la colchoneta.

El hombre gritó:
“¡Joder, tía!  ¿Estás muerta?
¡Espabila, coño, que me cuestas pelas!”
Aquel cuerpo húmedo que la cabalgaba,
Abatiendo en ella su barriga grasa,
Parecía asfixiarla.

¡Qué maldito tipo! ¡Qué asco le daba!
Y el cerdo sudaba, aullaba, gruñía,
Expelía tal fétido hedor que hasta las entrañas se le revolvían.
¡Maldita sea! ¿Por qué?
Gritó el impulso fuerte de la raza negra.
¿Por qué tengo que pasar por esto?

Cuando se enmaraña la vista en los ojos del cerdo,
Y el volcán irrumpe con violentos jadeos,
Sarabi pensó en su país tan distante y tan pobre.
Y en sus hijos, y en su madre que tanto le inculcó el respeto.
Y pensó lo que aún le debía
A la puta mafia que la estaba exprimiendo.

Y temió no volver nunca a su gente, a su pueblo.  
Y se sintió vieja, débil, se sintió muriendo.
Y odió el sudor mordiente que le lastimaba.
Odió el pegajoso aliento que invadió su cara.
Odió al mundo, a la vida, al puto dinero...
Se odió a sí misma.
El hombre se apartó de ella como en un abandono.
Comenzó a vestirse, se enjuagó la geta,
Y con gesto hostil salió por la puerta.
¡Oh, golpéame, dolor! ¡Toma, aquí tienes mi vientre!
¡Clava tu dardo de veneno y hazme dormir, maldita sea!
¡Hazme dormir para siempre!

Y en aquel cuartucho,
Con los restos del macho pegado a su piel,
Y su negra melena revuelta,
Sarabi contempló la luna menuda y brillante;
Y esbozando una necia sonrisa,
Entre la oquedad de una sombra funesta,
Absorbió los vahos limpios de la tierra.


                Maite García Romero


 (23 de marzo de 2006)

sábado, 31 de marzo de 2007

NOCHES DE INCIENSO Y LÁGRIMAS













Inmersa entre un gentío enardecido
prendido de un ardor arraigado a esta tierra andaluza
que imprime carácter,
siento cómo se disuelven las nubes
del tiempo ante mis ojos.

¡Qué recuerdos de la niñez! ¡Qué sensaciones perdidas!
Aquella rancia familia de porte autoritario y de moral tan estricta.
Aquella vieja mansión tan austera, tan insigne, tan fría.
Aquella educación tan sectaria deformando mi visión sobre la vida.
¡Ya dejaste de ser niña te has convertido en mujer!
Me anunciaron al cumplir los once años.
Cómo me sobrecogió aquel entorno en penumbra.
Aquel silencio afligido cargado de carraspeo, de rumor, de letanías.
El chispear de los cirios dándome la sensación,
de que bajo las purpúreas telas cada santo se movía.
¡Cuán penosos fueron aquellos ejercicios espirituales “para señoritas”
que en edad tan temprana me obligaron hacer!

¡Jesús cargó con la cruz solamente por salvaros!
¡Ahí está! ¡Miradlo! ¡Clavado en una cruz abandonado!
Gritaba el sacerdote enardecido.
¡Morid al mundo hijas! ¡A las malas pasiones! ¡Al desenfreno!
Cómo era arrasado mi corazón por el fuego divino,
como también vencida por llama destructora.
¡Oh! cuánto temblaba mi alma acongojada y confundida.

Dobladas las rodillas, temerosa, con las manos enlazadas
y el corazón asfixiado en plena primavera,
entonaba el lamento cual beso a las estrellas:
Perdón ¡Oh Dios mío! Perdón y clemencia,
perdón e indulgencia, perdón y piedad
¡Con qué sensación de inmunda pecadora abandonaba el templo!
No sólo me sentía abatida fea y sola,
sino también maldita como el mismo demonio

Acurrucada en aquellas madrugadas enmarcadas de palios doloridos,
de bullicio, algazara y llanto enmudecido,
presenciaba silenciosa el paso del Santo Sepulcro.
Cómo me cautivaba su misterio,
su abandono sobre el catafalco.
Entonces sentía frío y tiritaba conmovida
en aquellas noches oscuras de Viernes Santo.
Noches en las que el drama de Cristo muerto
Me calaba tan hondo en el alma.

Maite García Romero

viernes, 16 de febrero de 2007

MAMÁ

Dibujo de Frederick Childe Hassam





Mamá,
déjame que me siente a tu lado;
déjame que te lea despacio
este canto de amor y alabanza
que anoche te escribí en mi cuarto
mientras iba pasando en mi mente
los recuerdos de nuestro pasado.

Te veía madre, joven, hermosa, fuerte,
siempre con un hijo cogido en tus brazos;
pariéndonos a uno, a otro amamantando,
con cara de pena a veces,
riendo también o cantando,
ocultando problemas
para que nunca nos hicieran daño.


A veces con hambre
y de nuestras sobras siempre rebañando;
sonreías feliz para que no viésemos en tus ojos el llanto.
Y al quedarte viuda y sola
supiste adelante sacarnos
con amor, sacrificio y trabajo,
pero siempre la risa en tus labios
dándonos optimismo a todos.
¡Y qué felices crecimos a tu lado!

Al marcharnos de casa pensaste:
“Mi misión ya se ha terminado”
sin saber que eso nunca se acaba
que no sustituye nada
el calor y el amor de tus brazos,
y que sólo con hablar contigo
y poderte contar los fracasos,
las penas o los gozos,
eres un refugio donde hallar descanso.

Ahora ya, al final de la vida
cuando el pelo se tiñe de blanco
y las arrugas que surcan tu piel
nos recuerda lo que tú has pasado,
¡Aún te encuentro más hermosa, madre!
Pues llevas en tu rostro archivado
una vida de amor y de entrega
que da paz a tu semblante cansado.

Yo te quiero tanto, tanto,
que con éste poema mío
quiero alabarte por todo el amor que me has dado.
Que Dios te bendiga por siempre
y que halles en Él la Luz y el descanso.
¡Querida mamá, todos te adoramos!

  
 Maite García Romero

.

viernes, 26 de enero de 2007

SUEÑO O REALIDAD

Alfred Stivens-Vialattea













Anoche me despertó el chapoteo furioso del agua
y una tormenta que acuchillaba el cielo y devoraba la calma.
Me incorporé de inmediato quizás soñando embriagada…
Hija, ¿te ocurre algo?
Me quedé un instante atenta, esperando oír tu voz
o tus pasos de puntilla deslizarse hasta mi cama,
pero no; sólo el silencio que la noche acerca, respondió.

Y con el ánimo triste, mirando la oscuridad,
me froté un poco los ojos, bostecé.
Lo he soñado.
Murmuré, mientras me volvía a echar.
Y en esa semipenumbra de vacío que existe en la soledad,
percibí tu presencia tan cercana,
tu rostro, tu risa, tus besos,
que suspiré hondamente, sonriendo,
y entornando los ojos, relajada,
me volví a dormir en paz.


 Maite García Romero

Octubre de 1998