Edmund Tarbell

Si deseas comprender la vida, deja de creer lo que la gente dice y escribe y, por el contrario, observa y piensa. (Anton Chéjov)
La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas. (Alexandre Dumas)
Es curioso que la vida, cuanto más vacía es, más pesa. (León Daudi)


viernes, 16 de febrero de 2007

MAMÁ

Dibujo de Frederick Childe Hassam





Mamá,
déjame que me siente a tu lado;
déjame que te lea despacio
este canto de amor y alabanza
que anoche te escribí en mi cuarto
mientras iba pasando en mi mente
los recuerdos de nuestro pasado.

Te veía madre, joven, hermosa, fuerte,
siempre con un hijo cogido en tus brazos;
pariéndonos a uno, a otro amamantando,
con cara de pena a veces,
riendo también o cantando,
ocultando problemas
para que nunca nos hicieran daño.


A veces con hambre
y de nuestras sobras siempre rebañando;
sonreías feliz para que no viésemos en tus ojos el llanto.
Y al quedarte viuda y sola
supiste adelante sacarnos
con amor, sacrificio y trabajo,
pero siempre la risa en tus labios
dándonos optimismo a todos.
¡Y qué felices crecimos a tu lado!

Al marcharnos de casa pensaste:
“Mi misión ya se ha terminado”
sin saber que eso nunca se acaba
que no sustituye nada
el calor y el amor de tus brazos,
y que sólo con hablar contigo
y poderte contar los fracasos,
las penas o los gozos,
eres un refugio donde hallar descanso.

Ahora ya, al final de la vida
cuando el pelo se tiñe de blanco
y las arrugas que surcan tu piel
nos recuerda lo que tú has pasado,
¡Aún te encuentro más hermosa, madre!
Pues llevas en tu rostro archivado
una vida de amor y de entrega
que da paz a tu semblante cansado.

Yo te quiero tanto, tanto,
que con éste poema mío
quiero alabarte por todo el amor que me has dado.
Que Dios te bendiga por siempre
y que halles en Él la Luz y el descanso.
¡Querida mamá, todos te adoramos!

  
 Maite García Romero

.